HIPERACTIVIDAD VS. ENERGÍA NORMAL EN NIÑOS: DÓNDE ESTÁ LA LÍNEA

La hiperactividad en los niños es un tema que a menudo genera confusión entre padres y educadores. Es natural que los niños tengan altos niveles de energía, pero ¿cómo distinguir entre la energía normal y la hiperactividad? Identificar esta línea puede ser crucial para brindar el apoyo adecuado a los niños. En este artículo, exploraremos las diferencias entre la hiperactividad y la energía normal, así como algunas estrategias para abordar cada uno de estos comportamientos.

La energía es una característica común en la infancia. Los niños suelen estar llenos de vida, curiosidad y entusiasmo, lo que puede manifestarse en comportamientos enérgicos como correr, saltar y jugar activamente. Sin embargo, la hiperactividad va más allá de la energía típica de la niñez. Se caracteriza por un nivel de actividad excesivo e incontrolable que interfiere con el funcionamiento diario del niño.

Entonces, ¿cómo podemos distinguir entre la energía normal y la hiperactividad? Una forma es observar la frecuencia y la intensidad de ciertos comportamientos. Por ejemplo, es normal que un niño corra y juegue activamente durante el recreo, pero si este comportamiento persiste durante las actividades de aula y en entornos sociales, podría ser un indicio de hiperactividad. Además, la incapacidad para permanecer quieto durante períodos de tiempo prolongados y la dificultad para prestar atención son rasgos comunes de la hiperactividad.

Es importante tener en cuenta que la hiperactividad no es simplemente una cuestión de comportamiento. También puede afectar la capacidad del niño para aprender y socializar. Los niños hiperactivos pueden tener dificultades para concentrarse en tareas escolares, seguir instrucciones y relacionarse con sus compañeros. Esto puede generar frustración tanto para el niño como para quienes lo rodean.

Entonces, ¿qué podemos hacer para abordar estos comportamientos? En primer lugar, es crucial buscar la orientación de un profesional de la salud mental o un pediatra para obtener un diagnóstico adecuado. Si se confirma la presencia de hiperactividad, existen varias estrategias que pueden ayudar a gestionar los síntomas:

Establecer rutinas estructuradas: Los niños hiperactivos se benefician de tener horarios predecibles y consistentes.

Fomentar la actividad física: El ejercicio regular puede ayudar a canalizar la energía excesiva de manera positiva.

Enseñar habilidades de autorregulación: Proporcionar técnicas para que el niño aprenda a calmarse y concentrarse, como la respiración profunda o el uso de estrategias de relajación.

Proporcionar apoyo académico: Adaptar el entorno de aprendizaje para satisfacer las necesidades del niño, como ofrecer asientos cerca del maestro o utilizar técnicas de enseñanza multisensoriales.

Fomentar la comunicación abierta: Trabajar en colaboración con los maestros y otros profesionales para mantener líneas de comunicación abiertas y buscar soluciones juntos.

Es fundamental recordar que cada niño es único y puede requerir enfoques individualizados para abordar sus necesidades. Con paciencia, comprensión y apoyo adecuado, los niños hiperactivos pueden aprender a manejar sus síntomas y alcanzar su máximo potencial.